sábado, 27 de febrero de 2016

Actualidad

21/01/2016

Talleres de pintura para niños: ¿qué aprenden?



Talleres de pintura para niños: ¿qué aprenden?

Algunas familias tienen demasiado respeto al arte y no lo asocian con los niños, les parece pronto para un curso de pintura en Fuenlabrada y de cómic, por ejemplo. Es porque no saben que en realidad todos los niños son artistas, y que, incluso sin motivarles demasiado, todos tienen la creatividad a flor de piel, mucho más que la media de los adultos.
Lo que aprendemos sobre todo con los niños que empiezan es el atrevimiento, estar relajados para dejar fluir lo que llevan dentro y divertirse descubriéndolo. Creemos que lo más importante de pintar, grabar, modelar… es el placer que el propio artista obtiene. Y en eso, investigar buscando su placer, son realmente buenos.
En los talleres infantiles de cómic y en el curso de pintura en Fuenlabrada que preparamos periódicamente para ellos, aprenden técnicas que les atraen especialmente. Una de ellas es el grabado, pueden estampar utilizando materiales cotidianos, accesibles para ellos. Aprenden a sacarles el máximo partido y a conseguir objetivos que al principio parecían muy lejanos.
El marmoleado, o suminagashi (“tinta negra que flota” en japonés) es otra técnica que gusta especialmente a los niños porque deja actuar al azar y tiene, como el grabado, varios pasos distintos que requieren habilidades distintas. Se deja flotar tinta, no sólo negra sino también de colores, en cubetas o bandejas con agua y con dos pinceles, uno con tinta y otro para dispersarla, se van echando aplicando gotas que forman círculos concéntricos, como hace de forma natural el mármol. Podemos ayudar al movimiento con aire, soplando o con abanicos, por ejemplo.
Al mojar el papel en la imagen, ésta pasará al papel.
Si quieres que tu hijo encuentre su lenguaje y desarrolle su creatividad, le esperamos la Academia de Pintura Punto de Fuga.

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Evaristo Palacios, Pintor

“La pintura de Evaristo Palacios (Torrecillas de la Tiesa, Cáceres, 1956) recoge la luz de y el color del entorno con gran delicadeza, descubriendo en los más variados rincones la belleza de lo cotidiano. De esta manera, canales, aguas recogidas, tejados, viejas callejuelas y herrumbrosas casas, se convierten en el punto de arranque de una reflexión plástica que no se fija en el dato visible para copiarlo, sino para reinterpretarlo según una personal escala de valores tonales.
Sus paisajes no recogen el perfil duro de las formas ni la uniformidad de sus colores. Al contrario, intentan reflejar la sutil neblina que las envuelve en el complejo momento del cambio, donde la luz vira hacia otros modos y los colores se desintegran en un complejo abanico de tonalidades. Y todo ello lo consigue el artista cacereño con una ejemplar utilización de ocres, azules y blancos, sabiamente elaborados y dispuestos sobre el lienzo.
Este modo que venimos describiendo otorga a la pintura una poderosa sugerencia o capacidad evocadora, cargada de silencios nunca rotos por la presencia humana. Podría decirse que el autor limpia la mirada de todo elemento anecdótico y se centra en la esencia del paisaje que, como tamizado por la experiencia fugaz del recuerdo, se revela con la presencia de lo verídico. Pues si bien la pincelada descompone en ocasiones determinados aspectos
de la composición, siempre permanece inmutable la estructura sintética de lo observado.”

Carlos Delgado - El Punto de Las Artes - Nº 797 septiembre, 2005